La forma como se mide la producción de las economías resulta un tanto perversa: en un mismo costal conviven negocios buenos como las tics y otros tan dañinos como el narcotráfico. En principio esa unidad de medida analiza todo cuanto pueda una nación producir, mas no distingue el origen de las mismas. Son muchas críticas que al PIB se le hacen, puesto que no se ocupa de un fin mismo que tiene la economía, que es el bienestar de las personas.
Parece curioso que en países con PIB estables y que gozan de políticas macroeconómicas sólidas tengan ciudadanos en riesgo por morir de hambre y, en cambio, otros en recesión le den a sus ciudadanos una mejor calidad de vida, pese a las dificultades de su industria. El PIB lo inventaron los ingleses en la primera mitad del siglo XX y surgió en una economía de guerra. Han pasado más de 70 años y esa forma obsoleta aún gobierna la economía de los países. ¿¡De qué sirve medir la riqueza si el bienestar no aumenta!?
Cuando se mide el bienestar de los ciudadanos se hace por medio del índice Gini, que impacta todo el espectro de la vida y hasta sugiere cuán felices son las personas en función de la satisfacción de sus necesidades. Estados como Cuba o Colombia, que según varias encuestas y estudios de dudosa reputación aseguran que son los países más felices del mundo, tienen un índice Gini bajísimo. Esto sirve de referencia para ver cuán anticuado es el PIB, puesto que tiene una visión segmentada de la realidad. La economía, que se define como la ciencia que estudia la distribución de las riquezas, está en función de las personas, y no lo contrario.
Pese a las críticas que existen hacia el PIB como instrumento para medir la producción económica de los países, sigue utilizándose. Es reprochable el hecho que en la producción de un país puedan caber tanto las riquezas buenas como aquellas que tienen orígenes oscuros, sobre todo en aquellos que dicen combatir la corrupción. Esta situación no suele presentarse en los países que fomentan tanto el entrenamiento corporativo de sus empresas como la innovación... las empresas fuertes y robustas tiene grandes principios éticos. En Colombia, por ejemplo, nuestra organización lidera el entrenamiento corporativo en áreas como el pensamiento de diseño (design thinking), la comunicación escrita y oral por medios de cursos-talleres de redacción y la innovación. Es posible crear un país con una economía más fuerte si se capacita al recurso humano: la educación es la solución.
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