Quien escribe bien, se expresa correctamente en cualquier escenario. Universidad, colegio o charlas entre amigos son espacios de fácil desenvolvimiento para aquellas personas que comprenden a cabalidad las estructuras lingüísticas del español. No suelen lanzar frases 'porque sí', o porque todos lo dicen; siempre conservan el criterio. Claro, es apenas normal si se tiene en cuenta que para redactar con calidad se debe leer a diario.
A veces los docentes condenan sus esfuerzos, y digo condenan porque es como arar en el mar, cuando pretenden que sus estudiantes o aprendices entiendan las normas de redacción y ortografía si previamente no estimulan la lectura. Es tan válido leer La Iliada como un periódico de noticias deportivas o políticas. Lo que se requiere para redactar simplemente es leer. ¡Leer! Curiosamente cuando se accede a líneas precarias, que en internet pululan, se reconocen errores gramaticales, de estilo y de redacción, algo poco visible en los clásicos de la literatura. Y, cuando un lector es capaz de ser crítico frente a lo que lee, aparece el estilo.
Es natural que algunas personas tengan mayor facilidad para expresar sus ideas por escrito, o verbalmente. Hay quienes pueden pasar horas escribiendo sin vacilar ni una palabra, pero al momento de hacer una presentación la elocuencia se les detiene y hasta el rostro colorado se les puede observar. Pese a ello, su comunicación oral (la palabra hablada) es clara. Esas son las ventajas de redactar bien, porque se pueden ordenar las ideas.
Una de las ventajas que trae consigo redactar bien y conocer las estructuras del español es la facilidad para exponer la información. Ese tipo de personas detectan ante qué clase de públicos están hablando. Así, abordan estilos más directos o un poco más elocuentes, según sea la conveniencia. En situaciones de conflicto se observa cómo, casi de manera mecánica, pasan de voz activa a voz pasiva para amenguar la hostilidad del tono de una conversación, un signo que presentan quienes tienen un grado alto de inteligencia emocional.
"Ojalá haiga", "ayer me disperté tarde" o "hubieron muchas personas" son algunas frases gazapos frecuentes en quienes no redactan bien. Se dice que la vestimenta habla mucho de quien la lleva, pero el mejor atuendo que una persona puede tener es el lenguaje, y es gratuito. El buen lenguaje encuentra comunión en diversas culturas. No obstante todo lo anteriormente mencionado, redactar bien no implica necesariamente ser plano y no tener vivacidad al escribir. Es, también válido, el uso de las expresiones coloquiales. Solo es necesario encontrar el momento y el tono con que se pronuncian.
Posdata: en un curso de redacción no busque memorizar las normas ortográficas sino ver cómo las normas lingüísticas inciden en el sentido de las palabras. Busque, asimismo, formas alternas de comunicar lo que siempre dice con las mismas palabras, para que expanda así su vocabulario y capacidad de explicación.