Se dice a que a los ingenieros les cuesta escribir. Son buenos para los cálculos y las funciones operativas en las organizaciones, no para redactar informes ni escribir correos electrónicos a clientes o usuarios. Esta creencia algunas veces resulta cierta, otras no, pues no todos los profesionales en ingeniería son hábiles para las matemáticas ni tampoco a todos les cuesta escribir.
No obstante, los ingenieros tienen una debilidad para la redacción que, bien trabajada, puede convertirse en virtud. Su expresión escrita resulta escasa. Escriben lo necesario, sin dar detalles. Tienen aprendida la estructura del español básico (sujeto+verbo+predicado). Olvidan el relato y tan solo se someten a las especificaciones de los informes. Son precisos y exponen la información como es, sin adornos, pero en algunas ocasiones faltan detalles para enriquecerla y por lo tanto hacerla más efectiva.
Por ello, cuando aprenden a exponer detalles de manera ordenada junto a la estructura de sus textos, estos adquieren más valor. Ahí es cuando hacen de su estilo una virtud. Encontrar la información necesaria resulta fácil para los lectores. Y un buen informe es eso: sencillez.
Es así que los cursos de ortografía y redacción para ingenieros potencian la habilidad de la precisión. No es cierto que los ingenieros no puedan escribir bien. Al contrario, tiene esa habilidad de la concreción, algo poco común en profesionales de otras áreas como las humanidades, quienes están en el extremo opuesto de los ingenieros, pues se explayan en sus textos y les cuesta la precisión.
Un curso de redacción para ingenieros gira en torno a la fluidez de la palabra. En algunas ocasiones resulta mejor acudir a la oralidad para escribir bien. Con la oralidad se descubren los vicios de nuestra comunicación. Una vez se identifican, se ejecutan actividades de lenguaje y escritura para mejorarlos. Empero, ¿cómo hacer atractivo un curso de redacción para ingenieros si existen reticencia a la escritura? Nosotros acudimos a las situaciones problemáticas del área laboral, como un medio común para generar el diálogo. La experiencia laboral de cada participante resulta un gran aliado al motivar la participación. En palabras coloquiales "le hablaremos su idioma", no de teorías lingüísticas.
Una capacitación para ingenieros con Redacción Corporativa es divertida y participativa. Sus matemáticos no se sentirán como en una cátedra universitaria.
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